Semana 12. En manos de Joaquín

Escribo estas líneas con las piernas hinchadas, doloridas. Me duelen las plantas, los talones, los tobillos, los gemelos, las rodillas y los músculos de correr, que tienen nombres tan raros como isquiotibiales y cuádriceps. Me duelen el culo y la espalda, el cuello, los hombros y los brazos. Me duele la cabeza, me duele la cara y hasta las manos me duelen al pulsar las teclas del ordenador.

Es la consecuencia directa de la soberana paliza que me he dado esta mañana. Estamos a cuatro domingos del Maratón de Barcelona y es la hora de hacer las pruebas definitivas, los rodajes largos de verdad, las grandes tiradas que te dan una idea de lo que te espera y de cómo vas a tener que encararlo. La de hoy: 30 kilómetros a 4:57. O lo que es lo mismo, 2 horas, 28 minutos y 45 segundos corriendo, que hasta he cogido color.

Aunque mi hábitat natural es el carril-bici de Huelva a Punta Umbría, hoy he optado por un entorno más solitario, también más llano y "diferente", cruzando el puente de Colón y afrontando la recta interminable que discurre por el Puerto Exterior casi hasta los muelles donde atraca el ferry de Canarias.

Es un paisaje totalmente industrial, entre fábricas humeantes, naves y depósitos, y solitario, pero me gusta, precisamente por eso, porque el recorrido discurre en la más absoluta soledad, y los kilómetros van pasando con la única compañía de tus propios pensamientos y de lo que tu cuerpo te va diciendo en cada momento. Es la mítica soledad del corredor de fondo.


¿Que si se me ha hecho largo? Sí, mucho. Con los medios maratones de Sevilla y Huelva no hacía una tirada larga en condiciones desde el 7 de enero, y las carencias se notan. De todas formas, he aguantado bastante bien a la ida y a la vuelta un ritmo cómodo ligeramente por debajo de 5:00 min/km y sólo al final, ya en el Paseo de la Ría, me he sentido verdaderamente fatigado.

Lo malo es que, a diferencia del día de la carrera, en días como hoy no hay tiempo después para descansar y recrearse. El plan de entrenamiento te espera y mañana hay que volver a salir. Y así vas devorando las semanas y afinando el estado de forma. De ahí la importancia de una correcta recuperación. Para esa función, yo tengo mi arma secreta: Joaquín.

Joaquín es el responsable de engrasar la máquina, pero es mucho más que eso.

Joaquín Ramos, al que ya conocéis en persona muchos de los que os tomáis la molestia de leer este blog, es un hombre que se reinventó a sí mismo. De su pasión, el deporte, supo hacer su oficio. Se formó como quiromasajista y hoy somos legión los que nos ponemos en sus manos.

Hace cuatro años yo andaba ya desquiciado. La rodilla me tenía amargado desde principios de verano y ni las sesiones con un fisioterapeuta, ni el hielo, ni el uso de una rodillera terminaban de dar resultado. Tras estar a punto de retirarme en la Vuelta a Huelva de ese año y con el maratón de Sevilla echándose encima, Joaquín se ofreció a darme masajes.

Desde entonces, y toco madera, no he vuelto a tener lesiones importantes. Joaquín es un gran corredor (3:09 en maratón, si no me equivoco), y eso le da un conocimiento excepcional sobre las dolencias que suelen afectarnos. Sabe qué músculos son los que más sufren, qué partes del cuerpo se cargan más, sabe dónde y cómo tocar, y consigue, semana tras semana, mantener la máquina engrasada.

Además de buen masajista, es un muy buen corredor, aunque bajar esos 3:09 se le está resistiendo :)

Pero, al menos para mí, es mucho más que un masajista. Durante el año las visitas a su camilla son esporádicas, pero en los cuatro meses de preparación del maratón vamos incrementando la frecuencia, y ya durante este último mes son semanales. Durante esa hora, Joaquín no sólo me ayuda descargando los músculos, sino que mientras trabaja sobre una pierna, la otra, media vuelta, pierna y pierna, me aconseja, me resuelve dudas, me supervisa las estrategias, me insiste hasta la extenuación en que estire, me anima tras los fracasos y me baja a la tierra en los momentos de euforia.

Joaquín, en su doble vertiente de masajista y asesor, se ha convertido en un elemento clave en la preparación. De hecho, el plan de este año para Barcelona es prácticamente una copia del que siguió él mismo, junto a su club El Rincón, hace dos años para el maratón de Málaga. Sin sus masajes y sus consejos, estoy seguro de que hace tiempo que habría colgado ya las zapatillas. Gracias, artista.

Resumen semana 12

Falta un mes justo. 4 semanas exactas. 28 días para la salida desde la Plaza de España en Barcelona. De las cuatro, en las dos últimas últimas los entrenamientos son más moderados con el fin de recuperar todas las fuerzas posibles. Conclusión: me quedan realmente dos semanas duras. Esta, la duodécima, ha sido también de traca:


El lunes no se me ocurrió otra cosa que irme a la carretera del Espigón, sin percatarme del viento que hacía y que, a la vuelta, me pegó una tunda considerable en el segundo cinco mil. Se salvó como se pudo. El miércoles, recorrido desde el trabajo, en el que decidí probarme un poco, y salió una media muy buena, tanto que el jueves no podía con el pellejo y me arrastré con Juan Córdoba durante tres cuartos de hora. No obstante, la honrilla quedó a salvo con las series de doscientos metros a unos 3:30. El sábado una hora de rodaje tranquilo para llegar bien a los 30 kilómetros de hoy. Otra semana de más de 80 kilómetros al saco. Que pase la siguiente.

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