Semana 13. El último empujón

Ya se ve el final. Lo escribo y casi no me lo creo. Pero hoy es el primer día que puedo decir que se ve el final, que a lo lejos se divisan ya las barretinas y los castellets, la butifarra y el fuet. Y lo digo con los 32 kilómetros en las piernas de esta mañana, la última gran prueba que me quedaba por pasar antes del Maratón de Barcelona.

Han sido casi 250 kilómetros en las últimas tres semanas. Normal que vaya ya haciendo la goma por los carriles y normal también que el cuerpo se rebele y pida una tregua. Lo importante esta semana era la tirada de hoy. Y ya está hecha. La Catedral de la Merced es testigo.

Al término de la tirada de 32 kilómetros de hoy con Javier López, que pisará conmigo -mejor dicho, por delante de mí- las calles de Barcelona en apenas tres semanas

Las tiradas largas, de en torno a 30 kilómetros, tienen sus defensores y sus detractores. Podría alargarme aquí con mil y una teorías al respecto y llenar esto de enlaces a webs expertas, pero como ya he dicho, estoy muy cansado, así que paso. En lugar de eso, me limitaré a dar mi opinión: hay que hacerlas.

Que sean 28, 30, o 32 ya es al gusto de cada uno. Lo de hacer una tirada de 36 o hasta 38 kilometros ya es ir de sobrado. Creo que dos grandes tiradas, preferiblemente en torno a un mes antes del maratón, son muy positivas. Para las piernas, porque el cuerpo debe acostumbrarse a correr con una mínima soltura una vez superada la zona de confort en la que uno se desenvuelve habitualmente, y que suele rondar el medio maratón. Las piernas, amigo, no van igual en el kilómetro 18 que en el 28. Imagina en el 38.

Pero es especialmente importante para el puente de mando. La cabeza tiene que estar también preparada, tiene que ser capaz de medir, de dosificar, de corregir y, sobre todo, de aguantar al menos hasta llevarte hasta ese kilómetro 35 en el que uno entra desnudo y sin saber lo que se va a encontrar. En las tiradas largas encuentras muchos de los síntomas que el día del maratón te van a visitar, y debes familiarizarte con ellos y a esquivarlos.

Para hoy he encontrado un buen aliado. Mi "cuñado" Javier López, que además forma parte de la comitiva para Barcelona. Le he descubierto el carril bici de Huelva a Punta Umbría, y él me ha descubierto que lleva piernas para romper el reloj. Tirada a ritmo de 5:00 hasta los Enebrales y regreso a Huelva. Todo en su sitio, e incluso al final he terminado un poco menos cascado que en años anteriores.

Este ha sido el track del recorrido:

Con esto y un bizcocho, la preparación ha llegado a su cénit. A partir de mañana empieza la cuesta abajo, muy leve el principio y más acentuada en las dos últimas semanas.

Llego a este punto con las mismas sensaciones contradictorias de siempre: la satisfacción por haber soportado un calendario de entrenamiento muy, muy duro; y la duda sobre si no habrá sido demasiado el castigo, con el temor a que el sobreenetrenamiento dé la cara el día de la carrera. Porque, es verdad, estoy muy cansado.

Resumen semana 13.



Esta última semana lo he notado. Me he sentido agotado. Después de las series del martes, el miércoles no podía ya con el pellejo y me arrastré durante 15 kilómetros, así que prudentemente decidí tomarme un par de días de desancanso. Nada alarmante, pero sí indicativo. Creo que ha sido el paso atrás necesario para coger el último impulso.

El sábado, siguiendo con ese proceso de recuperación, salí a trotar una hora. La primera parte le hice de liebre a Charo, mi mujer, que desde que se ha unido a las Diosas Aladas está mejorando su rendimiento de forma notable. En cualquier caso, me sirvió para afrontar con garantías el reto de esta mañana.

Toca ahora el último empujoncito. Confío en que en estas tres próximas semanas las fuerzas que ahora escasean regresen a tiempo de pisar firmes las calles de Barcelona.

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