El sueño quebrado


Atónito asisto al espectáculo circense que se está viviendo bajo la carpa de los medios de comunicación tras publicar El País (¡Ooooh, El País! ¡Loado sea por siempre!) que un juez en Huelva ha dictaminado que no se puede condenar al rey Baltasar por haberle dado un caramelazo a una buena señora en la cabalgata de hace dos años.

Aunque el auto fue dictado hace un año -uno, a pesar de todo, tiene sus fuentes- la fina ocurrencia del magistrado, su elaborada argumentación jurídica y su estilosa ironía están siendo la comidilla en estos días. Su señoría debió tomarse su tiempo, meditar a conciencia, analizar el caso en profundidad y redactar con esmero esta celebrada sentencia.

Hace unos cinco años, en plena ensoñación bucólica, tomé la decisión de comprarme una casa en un pueblo para disfrutarla los fines de semana y los meses de verano. Me atraía la vuelta a mis orígenes pueblerinos, dejar que los niños corretearan a sus anchas por las calles, entregarme a la sana y sencilla vida rural, alejarme del mundanal ruido en definitiva, aunque sólo lo justo, un par de metros nada más. El tiempo me ayudaría a terminar de convencer a los míos, y lo que en principio eran fines de semana y veranos pronto se convertiría en residencia permanente. Me compraría una gorra de cuadritos verdes y marrones y hasta tendría un perrillo, para completar el cuadro. Como veis, todo perfectamente planificado.

Entregué mis seis mil euros a una inmobiliaria y esperé pacientemente a que comenzaran las obras de esa nueva tierra prometida. Y esperé. Sigo esperando. Mentira, ya no espero nada.

Evidentemente, tanto yo como el resto de los afectados presentamos denuncia en el juzgado, nos citaron para un acto de conciliación, etcétera, etcétera... Ni rastro de un posible juicio. Ni rastro de solución de ninguna clase. Ni rastro de que les metan mano a los golfos que quebraron mi sueño... Ni rastro.

Vuelva mañana. Su señoría está hoy muy ocupado haciendo chistes sobre el rey Baltasar, y los demás riéndole las gracias. Sí, me parto.

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