No pasa nada, mujer (sólo estoy sangrando)
En días como estos, siempre es bueno volver el maestro. Para todos los que hoy estáis sangrando, me he tomado la molestia de transcribir la traducción de It´s alright, Ma (I´m only bleeding). Ya sé que es muy largo, pero más largo era El código da Vinci y todos os lo habéis leído, así que haced el favor.
Las sombras cuando rompe el mediodía
apagan hasta la cuchara de plata.
La cuchara hecha a mano, el globo del niño
eclipsan el sol y la luna.
Intentar comprender enseguida
se aprende que no tiene sentido.
Bravatas puntiagudas amenazan con desdén.
Se rasgan comentarios suicidas.
Por la dorada boquilla del necio, la trompa hueca
toca estas baldías palabras de aviso:
Quien no se afana en nacer, se afana en morir.
La página de la tentación sale volando por la puerta.
La sigues y estás en guerra.
Ves cascadas de piedad rugiendo
y aunque quieres gemir como antes
adviertes que sólo serías
otra persona que llora
Así que no temas si oyes
un sonido extraño en tu oído.
No pasa nada, mujer, sólo estoy suspirando.
Unos anuncian victoria, otros derrota.
Razones personales chicas o grandes
se ven en los ojos de quienes gritan
para que se arrastre lo que ha de morir,
mientras otros dicen que nada odiéis
salvo el odio.
Palabras descepcionadas ladran como balas
mientras dioses humanos apuntan a la diana.
Todo lo fabrican: chispeantes pistolas de juguete
y Cristos color carne que brillan en la noche.
No hay que mirar lejos para ver
que hay pocas cosas sagradas.
Predicadores predican destinos fatales.
Enseñantes enseñan que el conocimiento
aguarda y conduce a menús de cien dólares.
La bondad se esconde bajo su puerta
y hasta el presidente de Estados Unidos
debe desnudarse a veces.
Y aunque las reglas del juego estén implantadas
sólo has de esquivar los manejos de la gente.
No pasa nada, mujer, puedo apañarme.
Los anuncios te embaucan
con la idea de que tú eres quien
puede hacer lo nunca hecho
alcanzar lo no alcanzado.
Mientras la vida sigue su curso
en torno a ti.
Te pierdes y reapareces
descubres de pronto que nada debes temer
Estás solo, sin nadie a la vista.
Cuando una voz lejana, trémula y difusa
sacude el sueño de tus oídos y oyes
cómo alguien piensa que te han pillado.
Una pregunta prende de tus nervios
aunque sabes que no hay respuesta
Capaz de impedir tu abandono
de fijar en tu mente y recordarte
que no perteneces ni a él ni a ella
ni a ellos ni a eso.
Aunque los amos ponen las reglas
para los sabios y los necios
no tengo nada, mujer, a que atenerme.
Para quienes han de obedecer a un poder
que jamás merece su respeto
Quienes detestan sus trabajos, sus destinos
hablan con envidia de los seres libres
y cuidan sus flores para que sean
nada más que una inversión.
Mientras los bautizados con principios
atados a severas plataformas de partido
(sociedades travestidas que disfrazan
al extraño para atacarlo sin freno)
nada dicen, pero señalan al ídolo
y añaden: "que Dios lo bendiga".
Mientras canta con la lengua en llamas
uno que gargarea en el coro de arribistas
doblegado por las tenazas sociales
no aspira a lo más alto,
sino a verte también en la fosa
donde él habita.
No busco el daño o la culpa
de quien vive en una cripta.
Mas pasa nada, mujer, si no logro complacerlo.
Juezas ancianas de mirada grave y sexo
pobre vigilan a las parejas,
se atreven a declamar la moral y el insulto.
El dinero maldice cuando calla.
Obsecenidad, a nadie le importa.
Propaganda, todo es mentira.
Mientras algunos defienden lo que no ven
con orgullo asesino, la seguridad
desquicia amargamente el pensamiento
para quienes creen que la honradez de la muerte
no caerá sobre ellos naturalmente
la vida puede a veces resultar penosa.
Mis ojos chocan de frente con atestados
cementerios, falsos dioses, despecio.
La mezquindad que tan sucio juega
Voy con grilletes boca abajo
y quiero echarla a patadas.
Digo que ya vale, que ya basta.
¿Qué más queréis mostrarme?
Y si se vieran, los sueños que yo pienso
me llevarían de cabeza a la guillotina.
Pero no pasa nada, mujer, es la vida y nada más.
Bob Dylan
Las sombras cuando rompe el mediodía
apagan hasta la cuchara de plata.
La cuchara hecha a mano, el globo del niño
eclipsan el sol y la luna.
Intentar comprender enseguida
se aprende que no tiene sentido.
Bravatas puntiagudas amenazan con desdén.
Se rasgan comentarios suicidas.
Por la dorada boquilla del necio, la trompa hueca
toca estas baldías palabras de aviso:
Quien no se afana en nacer, se afana en morir.
La página de la tentación sale volando por la puerta.
La sigues y estás en guerra.
Ves cascadas de piedad rugiendo
y aunque quieres gemir como antes
adviertes que sólo serías
otra persona que llora
Así que no temas si oyes
un sonido extraño en tu oído.
No pasa nada, mujer, sólo estoy suspirando.
Unos anuncian victoria, otros derrota.
Razones personales chicas o grandes
se ven en los ojos de quienes gritan
para que se arrastre lo que ha de morir,
mientras otros dicen que nada odiéis
salvo el odio.
Palabras descepcionadas ladran como balas
mientras dioses humanos apuntan a la diana.
Todo lo fabrican: chispeantes pistolas de juguete
y Cristos color carne que brillan en la noche.
No hay que mirar lejos para ver
que hay pocas cosas sagradas.
Predicadores predican destinos fatales.
Enseñantes enseñan que el conocimiento
aguarda y conduce a menús de cien dólares.
La bondad se esconde bajo su puerta
y hasta el presidente de Estados Unidos
debe desnudarse a veces.
Y aunque las reglas del juego estén implantadas
sólo has de esquivar los manejos de la gente.
No pasa nada, mujer, puedo apañarme.
Los anuncios te embaucan
con la idea de que tú eres quien
puede hacer lo nunca hecho
alcanzar lo no alcanzado.
Mientras la vida sigue su curso
en torno a ti.
Te pierdes y reapareces
descubres de pronto que nada debes temer
Estás solo, sin nadie a la vista.
Cuando una voz lejana, trémula y difusa
sacude el sueño de tus oídos y oyes
cómo alguien piensa que te han pillado.
Una pregunta prende de tus nervios
aunque sabes que no hay respuesta
Capaz de impedir tu abandono
de fijar en tu mente y recordarte
que no perteneces ni a él ni a ella
ni a ellos ni a eso.
Aunque los amos ponen las reglas
para los sabios y los necios
no tengo nada, mujer, a que atenerme.
Para quienes han de obedecer a un poder
que jamás merece su respeto
Quienes detestan sus trabajos, sus destinos
hablan con envidia de los seres libres
y cuidan sus flores para que sean
nada más que una inversión.
Mientras los bautizados con principios
atados a severas plataformas de partido
(sociedades travestidas que disfrazan
al extraño para atacarlo sin freno)
nada dicen, pero señalan al ídolo
y añaden: "que Dios lo bendiga".
Mientras canta con la lengua en llamas
uno que gargarea en el coro de arribistas
doblegado por las tenazas sociales
no aspira a lo más alto,
sino a verte también en la fosa
donde él habita.
No busco el daño o la culpa
de quien vive en una cripta.
Mas pasa nada, mujer, si no logro complacerlo.
Juezas ancianas de mirada grave y sexo
pobre vigilan a las parejas,
se atreven a declamar la moral y el insulto.
El dinero maldice cuando calla.
Obsecenidad, a nadie le importa.
Propaganda, todo es mentira.
Mientras algunos defienden lo que no ven
con orgullo asesino, la seguridad
desquicia amargamente el pensamiento
para quienes creen que la honradez de la muerte
no caerá sobre ellos naturalmente
la vida puede a veces resultar penosa.
Mis ojos chocan de frente con atestados
cementerios, falsos dioses, despecio.
La mezquindad que tan sucio juega
Voy con grilletes boca abajo
y quiero echarla a patadas.
Digo que ya vale, que ya basta.
¿Qué más queréis mostrarme?
Y si se vieran, los sueños que yo pienso
me llevarían de cabeza a la guillotina.
Pero no pasa nada, mujer, es la vida y nada más.
Bob Dylan
Comentarios
Publicar un comentario