Resumen Semana 3. Sacrificios y renuncias del maratoniano

Esto va viento en popa. Ya ha terminado la tercera semana y me siento fuerte. El corredor debe ser ser optimista, debe pensar siempre que el objetivo es alcanzable, que puede lograr lo que se proponga siempre que sea una meta razonable. Pero no es lo mismo el optimismo que la euforia. Creo que voy un poco eufórico con los resultados que está dando el plan de entrenamiento en tan poco tiempo. Y la euforia, en esto, es muy, muy mala compañera. Así que tranquilo, chaval.

A la hora de preparar un maratón, el corredor debe saber poner los límites. En este mundo hay de todo. Desde el loco que se mete en los 42 kilómetros sin haber hecho nunca ni siquiera una media hasta el fatiga que convierte su vida en un régimen espartano como si se tratara de un atleta keniata llamado a erigirse en el mesías que baje de las dos horas.

Lo reconozco. Es uno de mis talones de aquiles. Corro sobre todo porque disfruto corriendo. Disfruto mucho. Me hace cantar en la ducha al terminar. Me hace feliz. Por eso mismo, no estoy dispuesto a sacrificarlo todo. Me gustar comer, me gustar la cerveza, me gustar salir de copas.

En este blog no os voy a hablar nunca sobre nutrición. No tengo ni idea ni me interesa. Conozco corredores que siguen planes de alimentación tan exhaustivos como para el entrenamiento en carrera. Gente que cena un té rojo, dos galletas integrales y tres nueces. Atletas que hacen siete comidas al día que ni son comidas ni son na. Ojo, que lo respeto, porque en el fondo todo se trata de lo mismo: de hacer un sacrificio para obtener un resultado.

¿Entonces? Pues entonces, nada. Por si a alguien le sirve de algo, lo único extraordinario que hago durante los cuatro meses de preparación del maratón es cenar lechuga un par de veces por semana, dejar la cerveza para ese bendito lapso que discurre entre el viernes al mediodía y el domingo y salir menos por la noche. Joaquín Ramos (mi masajista, consejero y entrenador, del que ya os hablaré otro día) se enfada conmigo: "Así no vas a bajar de tres horas", me dice de cachondeo. Ya, pero cada uno sabe a qué está dispuesto a renunciar y a qué no. Y yo tengo una vida al margen de las carreras.

Vamos con el resumen de la semana. Con tantos días de fiesta, había que aprovechar, y lo he hecho. Especialmente provechosas la salida del miércoles y las series largas del viernes. Para rematar, hoy domingo tirada larga por los toboganes, en la que he acabado mucho mejor de lo que empecé.


No lo tenía pensado, pero por llevarle la contraria a mi hermana, hemos improvisado, de manera que para el domingo que viene nos vamos Miguel y yo a la Media Maratón de Los Palacios. Me marco dos objetivos: uno, no excederme el viernes en la comida de la empresa. Y dos, probar si los progresos de estas tres semanas son realidad o no.

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