Epitafio

Desde que tengo uso de razón periodística, recuerdo con ternura los reportajes de cada año por estas fechas sobre la ancestral costumbre de honrar a tus muertos durante este festivo que, a diferencia de los demás, me da la sensación de que siempre cae en puente. El precio de las flores, las últimas tendencias en lápidas, el auge de la cremación con respecto a la inhumación, las mejoras de los accesos al camposanto o el servicio especial de autobuses urbanos alcanzan su protagonismo por Tosantos, para volver después a la misma soledad que acompaña al cementerio el resto del año.

En este 2010, me ha sorprendido la noticia de que en Huelva son ya más los quemados que los enterrados. Respeto profundamente la decisión que cada cual toma con respecto al futuro de su cuerpo una vez rotas las cadenas que lo unen al alma inmortal, pero, con toda franqueza, pienso que es un desperdicio de materia orgánica y un gasto energético considerable someterse a la fúnebre tostadora.

Más aún, existe un serio peligro en esta alcista moda crematoria. Si a todos nos da por las llamas, estaremos condenando a la extinción al epitafio, erigido en género literario gracias a la
excelencia de muchos de sus autores, que quisieron regalar a la posteridad lo mejor de su genio creativo. Desde el archiconocido (y falso) "Perdonen que no me levante" de Groucho Marx o el "Ya decía yo que ese médico no era de fiar" de Miguel Mihura, hasta los vengativos “Aquí yace mi mujer, fría como siempre” o “Aquí yace mi marido, al fin rígido", el epitafio no es algo que debamos perder así como así.

Yo, hasta que tenga el mío, me quedo con el atribuido a Nostradamus: "No envidies la paz de los muertos".

Comentarios

  1. Los epitafios son como los fandangos. Concisos, sinceros y directos al corazón

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  2. mi padre en broma contaba uno que decia.

    Por un peo, aqui me veo .

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  3. "Por un peo, aquí me veo", todo un clásico del acervo popular de Huelva

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  4. ¿Los epitafios y las blasfemias las inventaron epi y blas?

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