Los perdedores

Es la procesión diaria de Huelva, la que se repite tarde tras tarde, invariable y machacona. Los veo pasar por la puerta de mi casa, camino del centro. Cada uno con lo suyo, su romero, su guitarra destartalada o su propia miseria como mercancía. Horas más tarde, regresan sobre sus pasos, cargados con unas cuántas monedas, unos pocos de cigarros gorroneados en los bares y el mono a cuestas, camino de Dios sabe dónde ni cómo.

Da la sensación de que forman parte del paisaje urbano, pero no. Es mentira. Forman parte de la Huelva que no queremos ver, de la que nos molesta sólo lo justo. ¿Cuántos son? ¿Se conocen entre ellos? ¿Se ayudan o se pelean? ¿Cómo han llegado ahí? ¿Son de otra calaña o simplemente perdedores de la nuestra?

Me cuesta creer que la sociedad que hemos construido no tenga recursos para ellos, que los demos por perdidos. Ahí va María, dando el coñazo con el romero, esputando su tuberculosis. La vemos pasar, y sabemos que más bien antes que después dejaremos de verla, como a la Cinti, o como a la pobre desgraciada que este verano se ahogó en la ría en una noche de calor.

¿A qué hora empieza la Feria de la Tapa?

Comentarios

  1. Los perdedores no son ellos. Están en el atarazana y en el berdigon 14 con las babas llenas de whisky y el alma vacía. Estos conservan su alma.

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  2. Claro que hay recursos en esta sociedad. Lo que no hay es corazón

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  3. lo que no hay son politicos que salgan a la calle y conozcan la realidad, que se den una vuelta por caritas

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  4. di que sí, que tienen mucha carita

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  5. Siempre he tenido cariño a esa serie de personajes que, cuando era pequeña, mi tio Vicente les llamaba 'Los Pitufos' y me llevaba a hablar con ellos a los soportales de la Plaza Mayor. 'Vamos a ver a Los Pitufos', me decía, y echábamos con ellos un rato. Tienen mucho que contar. Y sí, prefiero ser un Pitufo a un esnifador de altos vuelos

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