Ambiciones

Lógicamente, hoy pensaba escribir sobre el rotundo éxito conseguido por la presidenta de la Diputación y su equipo (en especial... bueno, vamos a dejarlo), con la entrevista de anoche en el programa de Buenafuente. Por desgracia, se me ha adelantado mi amigo Fiscal, cuya certera mirada comparto plenamente y, por lo tanto, no abundaré sobre ello.

Lo visto anoche me retrotrajo a otro episodio que tuve la suerte de vivir en primera persona y que, creo, guarda un cierto paralelismo. Me refiero a aquella bonita historia de un pueblecito alpino llamado Viganella, que quedaba en penumbra durante varios meses al año y cuyo visionario alcalde tuvo la idea de colocar un espejo en la cima de la montaña para reflejarlo sobre sus calles y plazas. El Patronato de Turismo de Huelva, que entonces comenzaba a impulsar la marca 'Huelva, La Luz', supo verle la punta, se incorporó a la iniciativa y consiguió una enorme promoción para nuestra provincia, contraportada en El País incluida.

Con independencia de lo evidente -publicidad gratuita, amplia proyección de nuestra provincia- ambas historias comparten, a mi entener, una serie de valores: sentido de la oportunidad, determinación, saber estar... Pero quizás el más importante sea la ambición.

La ambición es lo que llevó a los impulsores de estas iniciativas a marcarse objetivos que la mayoria pensaríamos que no están a nuestro alcance. Esa ambición es lo que diferencia el éxito de la mediocridad, la misma ambición que hace años se marchó del Ayuntamiento de Huelva, aburrida porque nadie le hacía caso.

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