En forma


Esta mañana he vuelto a coger la bici. Ahora me duele todo, creo que tengo hasta fiebre. De no ser porque había quedado a las nueve en el Puente Sifón con el gran Diego Sánchez Arenas y su espectacular Mondraker, habría hecho lo mismo que en los últimos meses: darme la vuelta y seguir durmiendo hasta que la autoridad doméstica determinase lo contrario.

Pero no, me he levantado a las ocho y cuarto de un domingo feo, feo, y me he echado al carril-bici con el característico y ridículo aspecto que nos confiere el maillot ajustado a los amantes del ciclismo adscritos al sector barrigón, más proclives a disfrutar nuestro deporte frente al televisor que dando pedales.

Datos ténicos: Tiempo, 1 hora y media. Distancia: 30 kilómetros. Velocidad media: no llega a 23. Descensos: vertiginosos. Ascensiones: lamentables. Estoy fatal.

Ponerse en forma es duro. Pero hay que hacerlo. He aquí la enseñanza de hoy, pequeño saltamontes: Lo realmente duro no es pedalear, sino montarse en la bici.

Hoy he empezado de nuevo a ejercitar la voluntad.

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