De cerdos y borregos
Llegué a las redes sociales por dejarme llevar, por no quedarme fuera, por la moda y porque sí. Durante más o menos un año he usado el Facebook básicamente para reirme de mí mismo y con los demás, para pasarlo bien, para escuchar buena y mala música, para desahogarme y para coleccionar los momentos compartidos que merecen la pena. Unas veces más activo, otras menos, lo he incorporado a mí vida y lo he puesto al mismo nivel que el mando a distancia del televisor, por delante de la jardinería y por detrás de los bares.
Desde que acabó el verano, y de forma moderada, lo uso también para expresar mi compromiso ideológico con el proyecto de cambio para la ciudad que representa la candidata socialista, Petronila Guerrero. Siempre lo he hecho desde el respeto a todo el mundo, por entender que la política no sólo deben hacerla los políticos y que Facebook puede ser un magnífico punto de encuentro. Yo intento convencerte a ti, tú intentas convencerme a mí, y seguramente por el camino ambos aprendamos algo.
Pero la realidad le ha dado una tremenda bofetada a mis nobles propósitos. Resulta que las redes sociales, en particular Facebook y las webs de los periódicos de Huelva, han sufrido en los últimos días un ataque a sus propias raíces. Un ejército de energúmenos aborregados se ha dedicado a llenar las pantallas de insultos, de cotilleos hirientes, de rumores inventados, hasta convertir la red en una pocilga. Hasta tal punto ha llegado el tono, que los responsables de esos medios se han visto obligados a implantar la censura -como suena- en los comentarios.
Siento decirlo, pero esos ataques, ese emponzoñamiento de las redes sociales, viene en su mayoría del mismo sector que día tras día pregona las excelencias del alcalde de Huelva. Han sustituido el debate por el insulto, la crítica por el agravio y la política por la polémica. Es una pena. Cuando no se tienen argumentos, cuando se pierde la razón, no hay porqué perder también los papeles.
Desde que acabó el verano, y de forma moderada, lo uso también para expresar mi compromiso ideológico con el proyecto de cambio para la ciudad que representa la candidata socialista, Petronila Guerrero. Siempre lo he hecho desde el respeto a todo el mundo, por entender que la política no sólo deben hacerla los políticos y que Facebook puede ser un magnífico punto de encuentro. Yo intento convencerte a ti, tú intentas convencerme a mí, y seguramente por el camino ambos aprendamos algo.
Pero la realidad le ha dado una tremenda bofetada a mis nobles propósitos. Resulta que las redes sociales, en particular Facebook y las webs de los periódicos de Huelva, han sufrido en los últimos días un ataque a sus propias raíces. Un ejército de energúmenos aborregados se ha dedicado a llenar las pantallas de insultos, de cotilleos hirientes, de rumores inventados, hasta convertir la red en una pocilga. Hasta tal punto ha llegado el tono, que los responsables de esos medios se han visto obligados a implantar la censura -como suena- en los comentarios.
Siento decirlo, pero esos ataques, ese emponzoñamiento de las redes sociales, viene en su mayoría del mismo sector que día tras día pregona las excelencias del alcalde de Huelva. Han sustituido el debate por el insulto, la crítica por el agravio y la política por la polémica. Es una pena. Cuando no se tienen argumentos, cuando se pierde la razón, no hay porqué perder también los papeles.
DESGRACIADAMENTE NO CONOCEN OTRA VÍA, EL SENTIMIENTO DE AMENAZA Y LA FALTA DE EDUCACIÓN TRAEN ESTAS CONSECUENCIAS, TRISTE, PERO CIERTO, SE AMPARAN EN UN ERRÓNEO CONCEPTO DE LIBERTAD DE EXPRESIÓN PARA ENMASCARAR SU FALTA DE ARGUMENTOS Y DE IDEAS.
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