El hombre tranquilo
Anoche vi “El hombre tranquilo” en Canal 2 Andalucía (me corrige Ronchel: en la 2. Corrijo: el que me ha corregido es Dick Turpin). Es una de esas películas de toda la vida, tan de toda la vida que, vista hoy, produce una mezcla de sonrisa y sonrojo. La cinta de John Ford acusa el paso del tiempo como pocas, y es una pena, no por la cinta, sino por el paso del tiempo. Los profetas de la modernidad, adalides de la conciliación y talibanes de la igualdad de género tendrían que estar anoche subiéndose por las paredes, viendo al rocoso John Wayne arrastrar a su encabronada señora Maureen O'Hara por los verdes campos de Innisfree, mientras una vieja le ofrece una vara con la que atizarle. “El hombre tranquilo”, un himno a la vida sencilla del mundo rural, se erige en defensa de otros asuntos tan denostados hoy como la resolución de las diferencias por la vía de los puños, la ludopatía, la intromisión de la Iglesia en los asuntos mundanos o la ingesta desmedida de alcohol como medio d